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La comarca del Maestrazgo (Maestrat, en valenciano) es un territorio que se extiende entre las provincias de Castellón y Teruel. Es una tierra áspera y dura, de orografía agreste, rica en páramos, desfiladeros y cuevas que para sortearlas requieren buenas piernas. Castigada por un clima hostil, atesora la belleza de lo rudimentario. En el Maestrazgo se cuentan leyendas protagonizadas por miembros del Temple, se rememoran batallas de ordenes militares cuyos miembros blandían la espada y la cruz, caballeros medio monjes-medio guerreros; en la memoria colectiva persisten las aventuras de guerrilleros combatientes en las guerras carlistas; el espectro volátil del general Ramón Cabrera apodado “el tigre del Maestrazgo” se palpa en el aire; el fuego purificador de la tradición de arder un mega árbol en El Forcall y compartir con los viajeros las huellas marcadas en el Camino del Mío Cid.

En el Maestrazgo hay que perderse entre paisajes esteparios, castigados durante las mañanas gélidas y asfixiados por los mediodías abrasantes. Visita obligatoria a Morella, amurallada e inaccesible, coronada por una fortaleza medieval; la turolense Iglesuela del Cid o la castellonense Vilafranca del Cid que rinden nombre y honores al Señor Campeador; Mirambel para degustar el queso de Tronchón que ya Cervantes glosó sus glorias en El Quijote; cuevas rupestres con pinturas que han sido catalogadas Patrimonio de la Humanidad por UNESCO, emergen los castillos y fortalezas que constituían la línea fronteriza y de defensa ante el invasor musulmán.

Cuenta la leyenda, recogida en un plafón a la entrada del Santuario de la Virgen de la Balma, que este sagrado lugar acogía desde el siglo XV a todos los hombres y mujeres endemoniados de la comarca a quienes se exorcisaba con el fin de arrancarles el diablo o los espíritus malignos que llevaban dentro. Así alcanzó fama como “Santuario de los Endemoniados”, sobre el meandro del río Bergantes, aunque hoy se sabe que esos “endemoniados” eran enfermos mentales, epilépticos o esquizofrénicos que cada 8 de setiembre se congregaban en peregrinación. Las supersticiones y la ignorancia facilitaban que mujeres que se atribuian el don de sanar, pura brujería, espiritistas de medio pelo, hechiceros, timadores y estafadores buscaran el engaño para estafar a los campesinos analfabetos que desde la lejana Caspe o Castellote peregrinaban hasta la Balma para sanar de sus males espirituales. Hoy, se rinde culto a la Virgen de Balma y el conjunto de cuevas y pasillos han constituido un centro religioso donde destacan los exvotos y las promesas que en forma de trajes de novia, uniformes, figuras de cera adornan sus paredes. En una contigua hospedería, el culoinquieto se reconciliará con lo terrenal y dará cuenta por 15 euros de un Menu de Puchero compuesto por garbanzos con morcilla, o judías blancas con perdiz o sopa de pelotas como entrantes. De plato fuerte: Caldereta de conejo con almendras o solomillo de cerdo de Teruel a la piedra. El único milagro vivido fue acabar sano y salvo después de esta comilona (www.serculoinquieto.com)