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Vietnam es el paraíso de la moto. En el alargado país de Extremo Oriente es posible vivir sin oxígeno, pero no se puede sobrevivir sin un vehículo de 2 ruedas. La capital Ho Chi Minh, que así honra al líder revolucionario, cuenta con 7 millones de habitantes y 6 millones de motocicletas. Record Guinness, no es broma.

El culoinquieto descubrió su apego por la vida transitando por las calles vietnamitas. No hay nada en el mundo que genere más adrenalina que sentirse una pieza móvil integrada en un enjambre rodante de scooters. Advertencia a los conductores: el semáforo es un elemento luminoso más en la calle. Su uso es meramente decorativo. No regula nada, pero te hace experimentar el espíritu del viaje total, sin límites. Te sientes como en la “parrilla de salida”de un gran premio pero a lo bestia. Arropado por cientos de motoristas con y sin casco. Por apego a la tradición, muchos circulan sin el protector. En Vietnam se puede comprar una moto de segunda mano -¿Segunda?, vaya usted a saber!!- por menos de 200 euros que fácilmente los recuperas si la vendes tras su utilización. Las hay de todas los orígenes, medidas, colores o cilindrada. Dominan las chinas y las japonesas. Son muy hábiles y expertos con la mecánica. Solo hay que caminar por una acera y observar ómo mecánicos avezados escampan las piezas de su moto por la acera. Es una ITV inverosímil.

El uso de la motocicleta es plural y diverso. Sirve tanto como transporte familiar como para el transporte comercial. En el campo, hay que añadir la variante del transporte agrícola que incluye sacos de arroz o arrastrando búfalos de agua al trote cochinero. El culoinquieto sobrevivió a la experiencia de alquilar una moto. Por 5 dolares al día (¡pagué un dineral¡) te sientes como el náufrago que busca isla, o la minúscula molécula perdida por el espacio sideral.

El transporte de mercancías es algo muy usual. E insólito. Da mucho juego para las fotografías. Del mercado o del matadero al puesto de venta. Todo se puede cargar en el asiento de una Honda Win de 100cc o de una Suzuki. El límite está en la propia imaginación del piloto. La conducción multitudinaria parece segura, lo que confirma la influencia de la intercesión de San Cristóbal. ¿Cambio de aceite? ¿Revisión de neumáticos? ¿Chequeo de faros?. Esto es un puro oxímoron, una figura semántica, que según la Real Academia de la Lengua se aplica cuando son dos palabras o expresiones de significado opuesto. (www.serculoinquieto.com)