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Hoy he vuelto a las andadas. Lo confieso: he tomado un avión. Vuelo VY 1308. Barcelona-Alicante. La verdad es que empezaba a mostrar preocupantes síntomas de síndrome de abstinencia. Casi 400 días sin pisar un aeropuerto. Sin oler a queroseno. Un año de estático confinamiento, aislados del mundo. Casi tantos días como los que ha pasado Rodrigo Rato en la trena.

Para un culo inquieto esto es un castigo. Echaba en falta las emociones y el ritmo del viaje: formalizar el checkin telemático, imprimir la tarjeta de embarque, taxi al eropuerto, cola y pasar por el lector de tarjetas, vaciado de bolsillos en las bandejas, cinta del control, arco de seguridad, equipaje de mano en el scanner, reponer la vestimenta que has tenido que quitarte, caminata por la terminal hasta la puerta B33. Ya vislumbro el Airbus A320. Noto cómo se acelera el ritmo cardiaco. Soy uno de los afortunados 83 viajeros que realizamos este viaje matutino. El sol se pone a trabajar a las 7:20.

El aparato rueda por pista. Coge velocidad. Potencia al máximo hasta llegar a los 300 kms/hora. Punto de no retorno superado. El piloto acciona la palanca arriba y … a volar!!!!. Salimos por Rumbo 51NE. Todo normal. Asiento 8C. Manía personal por el pasillo. Tripulación de cabina amable. Le pido a la azafata Andrea si puede servirme un cafe y un croisant caliente. Observo que no han bajado los precios: !!6 euros!!.

Altitud reglamentaria y velocidad de crucero. El comandante informa que el vuelo llegará con 10 minutos de adelanto. Al tiempo, una azafata nos recuerda algo obvio: en caso de usar la mascarilla de oxígeno, antes deberíamos quitarnos la mascarilla higiénica y nati-Covid. Menos mal. Me alegra sentirir la vibración del tren de aterrizaje rodando en tierra bajo mis pies. Buen vuelo a todos los culosinquietos del mundo. (serculoinquieto.com)