Seleccionar página

El 26 de diciembre de 2004, a las 7:58 de la mañana (hora local) tembló el Extremo Oriente.Un terremoto de 9,1 grados de intensidad, con el epicentro a 260 kilómetros de la costa tailandesa, provocó un tsunami devastador, con olas de 60 metros que arrasaron las costas de Indonesia, Malasia, Tailandia y las más alejadas de India, Sri Lanka y Maldivas. El balance de fallecidos y desaparecidos es espantoso: 230.000 personas perdieron la vida en lo que es la catastrófe natural más destructiva jamas vivida. En la costa indonesia, en un centro turístico de ídilicos arenales y palmeras que besan el agua, tuve la oportunidad, acompañado de Mariano Palacin y Miguel Gargallo, miembros de FEPET (Federación Española de Periodistas de Turismo) de rendir homenaje a las víctimas del tsunami. Unas flores a los pies del monumento recordatorio. Un reconocimiento a los inocentes que las olas engulleron. Estabámos sobre esa misma arena en la que miles de turistas se relajaban y disfrutaban hasta que fueron arrollados por las aguas encolerizadas. Allí, lugar idóneo y lejos del mundanal ruido, se ha erigido este modesto monumento. Una de aquellas sillas tumbonas extendidas en la arena y que se utilizan para ligar bronce es el elemento principal, practicamente el único. Se presenta tal como fue encontrada por los servicios de rescate: arrollada, retorcida, destrozada, un amasijo de hierro que demuestra la violencia del impacto de las aguas enbravecidas y que según los expertos llegan a alcanzar velocidades superiores a 300 kms de velocidad. Como si un Fórmula 1 chocara con un peatón. La crónica negra se cierra con este dato devastador. La energía derivada del fenómeno equivaldría a la explosión de 23.000 bombas atómicas. Memoria eterna para las víctimas del tsunami Descansen en paz. www.serculoinquieto.com