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Normalmente prefiero y me acomodo mejor a la leyenda, a la fantasía ensoñadora que a la historia irrefutable, contrastada y que va-a-misa. Así me pasa con la Giralda de l’Arboç.uuna curiosa réplica del legendario monumento sevillano que, fresca y erguida, domina un paisaje de viñedos, olivos y algarrobos.

La giralda se vislumbra a lo lejos, en el pueblo de l’Arbós que la acoge, una comunidad de apenas 6.000 habitantes, situada en la comarca del Baix Penedes, a pie de la carretera N- 340 que con sus 1.248 kilometros es la más larga de España. Para los defensores acérrimos del llamado progreso, haré una precisión: en 2.000 años poco hemos avanzado ya que la N-340 discurre por el trazado de la Vía Augusta, la calzada romana que unía Gades (Cádiz) con la francesa Narbonem (Narbonne) .

Y así, sufriendo interminables colas y atascos, llegamos a la Giralda. Dice la leyenda que el monumento fue un regalo de un enamorado esposo que mandó edificarlo para dar ánimos a su nostálgica esposa andaluza y devolverle la sonrisa, y superar así la saudade que engendra la emigración. Otra versión, nos cuenta que un joven matrimonio recibió una cuantiosa herencia de un lejano pariente que había amasado una gran fortuna en América. Como testimonio imperecedero de la felicidad alcanzada en su viaje de luna de miel por Andalucía, el joven Joan Roquer i Marí consagró este romántico edificio a su joven y bella esposa, Candelaria Negravernis, sellando un amor eterno.

El edificio a escala 1:2 de la Giralda hispalense, fue edificado en 1907 y abriga una réplica del granadino Patio de los Leones de la Alhambra, una cúpula estilo bizantino rematada con 30 kilos de láminas de oro y una replica del Salón de Embajadores de los Reales Alcázares de Sevilla. Rehabilitado con precisión y buen gusto, se puede visitar y es un escenario diferente para eventos sociales (www.serculoinquieto.com)