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Esta es una historia mejor que cualquier relato de espías. Una historia cierta de cómo se tramó el engaño que salvó a Europa. Pasó en Huelva

30 de abril 1943. En las rectilíneas playas de Punta Umbría (Huelva), el marinero José Antonio Rey descubrió un cadáver que estaba enredado en su tupida malla. Otro pescador, nacido en Lepe, le ayudó a acercar el cadáver a la arena. La Guardia Civil se hizo cargo de la investigación. El documento no engañaba: era un ciudadano británico, que no llegaba a los 40 años, con cartilla militar expedida a nombre de William Martin. Lo sorprendente es que se trataba de un oficial de la Royal Navy, que se había ahogado en alta mar, por lo que las autoridades de Madrid se hicieron cargo de la investigación exigiendo total silencio y discreción para resolver lo que se presumía un “brillante servicio” digno de condecoración militar. Entre las pertenencias de su mochila, se encontró la carta de un banco londinense reclamándole un pago atrasado, la factura por la compra de un anillo y dos fotos de Pam, una joven morena y larguirucha, que tal como se desprendía en la fotografía dedicaba un love manuscrito. Era evidente que se trataba de un hombre enamorado que había perdido la vida en alta mar. Entre sus objetos personales, un reloj, una pitillera con cigarrillos Players sin filtro, llaves, billete usados del metro londinense y 2 entradas para el teatro que dieron máxima verosimilitud al hallazgo.

De cualquier forma, Madrid decidió informar a sus aliados de Berlín del contenido de los dos sobres guardados en la mochila. El hallazgo del cadáver se consideró un inmenso golpe de suerte. En aquel portafolio se encontraron los supuestos planes de desembarco de las fuerzas aliadas en dos playas, de Grecia y Cerdeña, para iniciar la campaña de reconquista de los territorios ocupados europeos por las fuerzas del III Reich. La isla de Sicilia se utilizaba como señuelo para despistar a las tropas ocupantes de Italia y de media Europa. Jugar al despiste. Habían diseñado una supuesta Operación Husky, así era el nombre en clave, que un golpe de suerte y una suave marejada había mecido el cadáver hasta una solitaria playa onubense.

Los servicios de espionaje de Su Graciosa Majestad, habían planificado al mínimo detalle esta emboscada de engaño. Una operación urdida para cambiar el rumbo de la historia. El cadáver del supuesto oficial inglés correspondía al de un desconocido a quien se le atribuyó esta nueva y falsa identidad. Un submarino de la Royal Navy zarpó del puerto de Northwwod y soltó el cadáver cerca de Punta Umbría. Solo quedaba esperar a que los alemanes mordieran el anzuelo. La cartilla militar y los planos del ataque eran pura invención y consiguieron su objetivo:  las defensas alemanas en Grecia y Cerdeña se reforzaban y se descuidaba Sicilia, en cuyas playas  sí acabaría produciéndose el desembarco aliado en el frente sur. La sutileza del M16 británico fue suficiente para engañar al torpe servicio de contraespionaje alemán e italiano.

Los hechos fueron llevados al cine en 1953. La película “El hombre que nunca existió” da cuenta de la engañifa. Los pescadores locales actuaron como figurantes y extras recibiendo 50 pesetas por su trabajo. En el cementerio onubense, una tumba reza “William Martin. Born 20th March 1907. Died 24th April 1943. RIP” . O sea Descanse en paz. El otro misterio no desvelado es el papel de la Sra Isabel Naylor, una dama que, durante más de 70 años, cada 30 de abril llevó flores rojas a la tumba del desconocido William Martin. (www.serculoinquieto.com)