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Podría ser un llamativo epitafio para la tumba de este culoinquieto. “Yo conocí a George, la última tortuga gigante de las Galápagos”. La isla de Santa Cruz, en inglés la llaman Indefatigable (infatigable) en recuerdo del navío inglés que amarró allí por primera vez, es la segunda de mayor tamaño del archipiélago de las Galápagos. El habitante más popular de esta isla y estrella para sus visitantes era “George, el solitario”, último superviviente de la subespecie Chelonoidis Abingdoni, de las tortugas gigantes que dan nombre a las islas Galápagos. Con un peso superior a los 150 kilos y más de 1 metros de longitud, falleció superados los 90 años de edad. Tuve la oportunidad de compartir esta tierna escena en la que el culoinquieto se interesaba por su estado de salud, mientras se limitaba a posar y pasar olímpicamente del atrevido turista convertido en explorador.George era el héroe de la isla.

Una placa de bronce ponía al corriente al visitante: “El Solitario George es el último sobreviviente de la dinastía de tortugas terrestres de la isla Pinta. Fue encontrado en diciembre de 1971 y fue trasladado a la Estación Científica Charles Darwin en marzo de 1972. Todos los esfuerzos por encontrar otros ejemplares de la isla han sido en vano. Hoy en día comparte el corral con dos hembras de la población del volcán Wolf”.

El Solitario George se resistió a aparearse con tortugas de especies afines pese a los intentos de los expertos del Parque Nacional Galápagos. Durante años su posible paternidad fue la esperanza de muchos científicos y fruto de chanzas de los isleños que llegaban a poner en duda su “masculinidad” o su inapetencia para el sexo. Misterios de la naturaleza.

La tortuga gigante murió en plena pandemia, en junio de 2020. Tras su fallecimiento George ha servido para el estudio de la secuenciación del genoma y no sol ha proporcionado información sobre su tamaño y longevidad, sino también sobre la prevalencia de cáncer en estos reptiles.Para desdicha de los amantes de las conspiraciones paranoicas, su deceso se debió a causas naturales y sus restos fueron enviados al Museo Americano de Historia Natural de Nueva York, donde quedó en manos de expertos taxidermistas. El resultado es espectacular, con un cuello erguido sobre el inmenso caparazón. Hoy ya es posible contemplar al viejo George disecado y continúa siendo la estrella más emblemática de aquel paraíso jurásico y protagonista de la mayoría de los selfis de los ávidos turistas. Como el Cid Campeador, venció. Después de muerto. (www.serculoinquieto,com)