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Sobre gustos no hay nada escrito. O sobre gustos, los colores. Ya lo avanzaron nuestros sabios abuelos latinos: “De gustibus et coloribus non est disputandum”. O sea, cada uno es libre de desear o de opinar lo que quiera. Allá él. Nada es una verdad inamovible y todo se puede cuestionar y negar. Los colores, como las ideas, se cuentan a miles….Y para gustos, los colores. Y para maravillarse, nos basta Puebla (México).

Todos estos pensamientos revoloteaban por las neuronas del culoinquieto mientras caminaba sobre el empedrado de la ciudad de Puebla de Zaragoza, fundada en 1531, en México. Un paseo matutino y sosegado, mientras la ciudad se despereza, para no perder detalle de algunos de los 2.600 monumentos artísticos que constituyen su Centro Hisórico Puebla cuenta con 3 monumentos que han sido declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

A paso lento, la vista se detiene y captura mil y un detalles. Repasa los azulejos geométricos que combinan con ladrillos en las fachadas de los edificios coloniales, mira de reojo todas las esquinas, captura detalles de cenefas y siluetas, compara colores que alegran y combinan, se maravilla ante el arte de la forja plasmado en verjas y en la orfebrería del hierro salido de la fragua.

La catedral, iglesias, conventos, capillas, mansiones señoriales, edificios coloniales constituyen una oferta patrimonial única. Pasear por Puebla es caminar con la boca abierta. El extásis. Por esa razón se la conoce como “la ciudad relicario”. Porque Puebla es un joyero sagrado que guarda las esencias del sentimiento popular. Viajero que vas a Puebla, estás avisado, queda terminantemente prohibido perderse: la catedral de Puebla (preferente visita nocturna), el teatro Principal, el Antiguo Mercado de la Victoria, los azulejos de la Casa de los Nuñecos, la Casa de Alfeñique, el Templo de la Compañía y la capilla del Rosario y… Puebla es pura fantasía de colores. (www.serculoinquieto.com)