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El lago Inle, a 600 kilómetros y 8 horas de autobús desde la capital Rangún (Yangon en birmano), se despereza cada mañana entre brumas. Hay que madrugar para percibir el chapoteo de sus tranquilas aguas surcadas por frágiles cayucos. Es un lago inmenso, que abarca 500 kilómetros cuadrados ( 5 veces la extensión de Barcelona). Estamos en el corazón de Birmania, rodeados de agua, cientos de canales que esconden palafitos y modestas casas que se asientan sobre troncos verticales, envueltos en cauces pestilentes por la putrefacción de los vegetales, de nenúfares seductores, y multitud de especies autóctonas que florecen a ritmo de rayo de sol.

Las estrellas del Inle son sus pescadores. Arte primitivo, a medio camino entre el misterio y la acrobacia. La habilidad de esta etnia intha sorprende hasta enmudecer. Desde niños que han aprendido a mantenerse en un equilibro perfecto, sosteniéndose con una sola pierna sobre el cayuco. La otra extremidad la usan, retorcida a lo largo de una estrecha pértiga, para controlar la velocidad, la estabilidad y el rumbo. Arte ancestral y único para navegar con un solo remo, activado por la pierna retorcida, e impulsándose cuando la pértiga toca fondo. La frágil embarcación se desliza suavemente mientras que con las dos manos libres lanzan las redes a las poco profundas aguas. Un rato de espera y a recoger las artes llenas de peces fluviales, carpas, bagres y especies endémicas. La más codiciada dicen que es la Sawbwa resplendens, que brilla como la plata y que venderán en los mercados flotantes que se organizan entre los palafitos. Los turistas toman sus fotos y Shua recoge su precario botín, un puñado de kyats que invertirá en comprar la dosis diaria de arroz que junto al pescado no vendido forma parte de la dieta familiar. Y mañana, Buda proveerá.

La paz y la armonía duran en Inle hasta que el sol se hace dueño del firmamento. Llega la hora del retiro, de buscar la comodidad de un sombrero cónico oriental que sirve igual para el cobijo del sol que para protegerse de las lluvias monzónicas. Suben los decibelios del regateo del mercado. El culoinquieto se despide del pescador Shua, artista de las piernas espirales que, como la serpiente tentadora del Paraíso, se retuerce por los árboles. Su familia celebra la vida. Mandalay y el Monte Popa nos esperan. serculoinquieto.com