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La barcaza La Olga cruza a diario el río Guadalquivir en un suspiro: entre 10-20 minutos, según el nivel de la marea. Esta operación se repite 20 veces al día. En el barrio de Bajo de Guía, en Sanlúcar de Barrameda, donde el Guadalquivir se convierte en Oceáno, frente a frente a la Fábrica de Hielo, parte, sin horario fijo, la llave al paraiso natural de Doñana. La Olga es un servicio que los hermanos Cristóbal empezaron a operar en 1981, 40 años, pues, dedicados al servicio de transportar viajeros. Antes, relatan que unos intrépidos lo dispensaben a golpe de remo y desafiando las corrientes traicioneras del río orgulloso.

Patrón y marinero atienden a bordo a los pasajeros, en la cubierta que elculoinquieto comparte con excursionistas, ciclistas, y curiosos, todos necesitados de un rehabilitador chute de naturaleza. También el Presidente del Gobierno Pedro Sánchez se embarcó, en su día, en este puente fluvial para relajarse en el Palacio de las Marismillas, propiedad del Estado. La Olga zarpa siempre bajo el amparo de la Virgen del Carmen que extiende su manto milagroso desde la ermita próxima, dedicada a su culto y reconstruida por mandato de Leopoldo Calvo-Sotelo.

Eduardo Vigil heredó de su abuelo el apodo El Lorito. Siempre trabajó en el campo, dedicando todo su mimo a la uva palomino que dará a luz la Manzanilla, santo y seña de Sanlúcar, verdadera joya para el paladar y líquido de oro envejecido bajo una capa de levaduras llamada “velo de flor”. Lleva 10 años de marinero, y sus 60, El Lorito no sabría calcular las veces que ha vadeado el Guadalquivir, río que en época romana fue Beatis y que a raíz de la presenca árabe, desde el siglo XI se rebautizó como Wadi al-Kabir que traducido significa “Río grande”. Las aguas del Guadalquivir, al llegar al Bajo de Guía, y después de regar 660 kilómetros, desde su Jaén natal, se confunden con las del Atlántico y se tiñen de tonos granates, teja y rojos que fluyen de los crepusculares rayos de sol. Sosegados atardeceres que hay que vivir y disfrutar, por lo menos, una vez en la vida desde la orilla sanluqueña.

La zona de Bajo de Guía se ha convertido en la milla de oro de la gastronomía sanluqueña. Y La Olga colecciona muchos novios que se rinde con ocasión de la Romería del Rocío, que sin tener fecha fija se celebra siempre el lunes siguiente al Domingo de Pentecostés. A pocos metros del muelle un conjunto escultórico de piadosos hombres llevan a hombros a la Virgen del Rocío. Fe de bronce. Hasta 11 hermandades de la provincia de Cádiz ha contado El Lorito, marinero peso pluma y ojos chispeantes, se embarcan para entrar en Doñana. Y cientos de romeros que siguen al Simpecado, insignia o estandarte bordado en hilo de oro, que abre la marcha de las procesiones de peregrinos de las hermandades de la Virgen. Fervorosos romeros que llegan a pie, a caballo o en carretas tiradas por asnos o bueyes y que avanzan lentamente por los caminos de Doñana hasta la aldea del Rocío, en Almonte para venerar a la Blanca Paloma. (www.serculoinquieto.com)