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Estos camélidos viven en el antiplano andino, a tocar del cielo, superados los 4.500 metros de altitud. Allí, entre ruinas arqueológicas y verdes bancales, se crian esos animalillos que nos cayeron simpáticos leyendo el “Tintin en el templo del sol”. Hay salvajes y los hay domesticados. Los encontramos en Perú, Bolivia, Chile, Argentina.

La llama (Lama glama) es la más popular y tiene las orejas puntiagudas, cuello largo y patas finas y largas. Es el pariente sudamericano del camello aunque sin joroba. Un ejemplar adulto llega a medir un metro y medio. Es presumida y luce unas pestañas perfiladas y enormes. Fue usada por los incas como animal de carga y su carne era muy apreciada. Hoy es la foto y el selfie más popular y buscado por el turista andino. Siempre nos gustó su espíritu gamberro y su vocación escupidora, porque cuando se cabrea lanza una secrección de saliva que alcanza los 2 metros de distancia.

Como el urbanita europeo no distingue a los otros ejemplares, primos de la llamas, ha habido que consultar el libro de familia.

La alpaca (Vicugna pacos). Sus orejas son más menudas y con los cantos romos. Viste elegante y se abriga con una capa densa y esponjosa de lana con la que se confeccionarán valiosas prendas de ropa de abrigo, ponchos. Suave y fino al tacto. Anima a acariciarlo.

La vIcuña (Vicugna vicugna) es la más pequeña y juguetona. Tiene muy mal genio y es un animal que no está para muchas bromas. Es más menuda, destaca por el color pardo de su lana y la panza blanca. También vive por las alturas de los 4.800 metros.

El guanaco (Lama guanicoe) se parece a sus primas la llama y la alpaca. Se resiste a perder su espíritu salvaje y se niega a ser domesticado, vive en pequeños rebaños con un macho, varias hembras y las crías Tiene una envergadura similar a la llama y su cabeza tiene un tinte oscuro. (www.serculoinquieto.com)