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Fiesta grande en Luz de Gas, mítica sala de Barcelona, para celebrar su 27 aniversario. Los infatigables Fede Sarda, director, y María José Matamoros, relaciones públicas, nos regalaron un magnífico concierto de Rozalén. Desde el 26 de setiembre de 1995, la sala de la calle Muntaner lleva organizados más de 10.000 actuaciones musicales “en vivo y en directo” como decían en la tele. Por ahí han pasado artistas para todos los gustos: desde Charlie Wats, añorado bateria de los “Rolling”, al tenor Josep Carreras, pasando por los incombustibles Joan Manuel Serrat, Joaquín Sabina, Luz Casal y Rosario, o un inolvidable Pau Donés y un largo etcetera en el que hay que citar a los artistas de la casa: la insuperable Monica Green o el excelente guitarrista Frank Mercader. Las puertas de Luz de Gas siempre han estado abiertas para actos solidarios y humantiarios. Luz de Gas forma parte del ADN Barcelona: energía, talento y éxito.

Rozalén es una cantante que está pegando fuerte. El culoinquieto creía que “Rozalén”, su nombre artístico, era la contracción de Rosa y Elena. Pues, va ser que no. Resulta que se llama María de los Ángeles Rozalén Ortuño, tiene 36 años, nacida en Albacete y criada en Letur, un pueblo de la sierra murciana. Hija de un sacerdote secularizado, estudió Psicologia en la Universidad de Murcia y sus canciones son un soplo de libertad, feminismo, ecología y solidaridad. Usa una “traductora” en lenguaje con signos, Beatriz Romero, para que los sordos “escuchen” sus palabras. Las letras de sus canciones están bien estructuradas y huyen de las rimas consonantes con las que hoy nos torturan: mágico-trágico, corazón-canción, trompazo-coñazo (ésta muy apropiada para una composición del insufrible regueton). Confesó las palabras en catalan que más le gustan: clavagueres, enxegar, ratjoles…

Lleva 6 discos grabados con éxito. Este verano actuó en los Jardines de Terramar con sus canciones de amor y desamor, de defensa de los derechos de la mujer o de reclamación de la memoria histórica, como la dedicada a la Quinta del Biberón, la canción Al final del 38. Su canción más celebrada es “La Puerta violeta” que tiene un estribillo que destila poesía:
“Así que dibujé una puerta violeta en la pared/ Y al entrar me liberé, como se despliega la vela de un barco/ Desperté en un prado verde muy lejos de aquí/ Corrí, grité, reí/
Sé lo que no quiero, ahora estoy a salvo” . Con esta canción acabó un concierto en el que cantó más que habló. ¿Verdad Andrea? (www.serculoinquieto.com)