La faluca es la embarcación natural del Nilo. Testigo inmemorial de mil y una historia. Relato de aventuras. La faluca está en el ADN del Nilo, el río legendario, la vena y el pulso del esplendor de los antiguos faraones. Hasta donde llega su influencia, crece la vida, el verde, la huerta, el milagro. Más alla de esa contorno privilegiado solo hay sed, roca, todo teñido con el ocre del desierto. El infierno.
La faluca es un bote de vela alargada, al modo latino, a remo y sacrificio, porque así es la vida de Egipto. Hipnotiza el reflejo de sus velas blancas sobre las aguas teñidas de los mil colores que tiene el Nilo. Sacrificio, sudor y elegancia se suman en los pocos metros de eslora que acogen al culoinquieto. La mano experta del piloto de origen nubio, su rumbo zigzagueante va evitando obstáculos. Pero en la faluca lo que de verdad impresiona es el silencio. Chop, chop, chop onomatopeya que es como un mantra repetido. Solo el silencio que nos abraza es roto por el murmullo de la proa cuando acomete y se sumerge en las aguas tranquilas y cargadas de historia de la madre Nilo. O como los remos cuando se clavan en las aguas que acogieron y salvaron a Moisés. La magia del silencio solo es rota por los decibelios de los cruceros y su ruido infernal y hortera. Cruceros llenos de guiris que viajan de Luxor hasta Asuán, y viceversa, sorteando las falucas, esas pequeñas naves de porte señorial, perfil de faraón de las aguas.
Quien no ha embarcado en una faluca y ha navegado por las riberas del Nilo, no ha viajado a Egipto. El Nilo y sus 7.000 kilómetros, buscando el Norte que se encuentra en el Mediterráneo sur. Ironías de la geografía. El Nilo riega y lleva prosperidad a diez países. El Nilo la madre de la vida que se adorna con colores varios: Nilo blanco, azul. Desde Etiopia hasta llegar a Alejandría y dibujar el triángulo del delta verde. La vela blanca de la faluca se perfila sobre el esplendor optimista del oasis. Miles de años y sigue el misterio de la vida. PEDRO PALACIOS (www.serculoinquieto.com)
